29 abril 2006

Metro de Madrid... ¿vuela?... NO, ¡no cuela!

Bueno, pues por no variar de tema, que ya le queda poco al día, y total, porque así ya me desahogo (un poco más, dicho sea de paso), vamos a hablar de ese maravilloso metro que tenemos en esta nuestra preciosa y tranquila ciudad que es Madrid (por cierto, no viene mucho al caso pero ya lo dejo caer: esta mañana me he encontrao hasta 5 martillos percutores, de esos que van en la máquina, en la misma calle y todos concentrados en unos...60 metros, a 90db por barba... calculad, calculad como se nos quedan los oídos...).

Bueno, resumiendo, para aquél que no lo sepa (si es que queda alguien en España que no se haya enterado), llevamos un mes de huelgas en el metro, día sí día no (ay nuestros queridos conductores, de todos sus antepasados hasta el mono me estoy acordando y de toda su estirpe y descendencia hasta el día del fin del mundo), y lo que te rondaré, morena... y todo porque a los señores se les hace poco la revisión del convenio a que se llegó después de la misma situación hace seis meses. Vamos, que estos señores han decidido que como ya no existe el circo Price, los madrileños nos aburrimos mucho y se han propuesto hacernos más amenas las mañanas (y las tardes, que total ya, por un poco más tampoco se va a morir nadie, ¿no?).

Pues bien, hoy tocaba huelga (sí, lunes, miércoles y viernes, todavía parecemos un matrimonio de recién casados. Deseando estoy que llegue el día en que sólo toque los sábados pa entrar dentro de la media de esos que sólo joden una vez a la semana, hombre). Llega servidora al metro y ¡oh, casualidad! ¡pero qué ven mis ojos! ¡no me lo puedo ni de creer! ¡han desconvocado la huelga de la mañana! Lo cual para mí es todo un consuelo porque yo, que entro a trabajar a las 11 de la mañana, vamos, que se supone que no tengo que llegar tarde nunca (pero ahhhhh, mi metro querido... si no hay huelga hay avería y ayer ya, sin llevar siquiera una semana trabajando... ¡toma! ¡media hora tarde!). Pero hoy tenía que hacer unas gestiones en las oficinas centrales de la empresa y estaba citada a las 9 y media (total, plena hora punta).

No llevamos ni 20 minutos en el tren (trayecto de una hora estimada), y al parar en la estación de Lago, nos anuncia la voz enlatada de la señorita presentadora del circo que nos hace agradable caaaada mañana, que por avería en línea 10 (usease, la de una servidora), el servicio no se presta con normalidad. ¡Ole!, ¡con dos cojones!. Milagrosamente.... el tren echa a andar (hoy ha sido día de milagros, no asustarse). Total, que llego a mi destino, hago mis gestiones y tan contenta, me voy hacia mi trabajo una hora y cuarto antes de tener que entrar (mi jefe me había advertido el día anterior que me daría tiempo a tomarme un café por ahí, pobre iluso...). Advierto que el trayecto que tenía que hacer no sobrepasa la media hora ni perdiendome, ni con tres copazos y todo el garrafón del almacén del bar a las costillas.

Llego a Nuevos Ministerios, andén de la línea 6. Los carteles advierten que por "causas ajenas a metro" (pa mear y no echar gota: resulta que se para UN TREN DE METRO DENTRO DE UN TÚNEL DE METRO y es por causas ajenas a metro. Pues menos mal que ha sido allí dentro y al vagón no le ha dao por atravesar dos túneles y a parecer en los cimientos de la casa de ninguna adorable ancianita, no te jiba...), el servicio está interrumpido entre las estaciones de Pacífico y Conde de Casal, con un tiempo estimado en más de una hora (para más información, leerse la noticia, que pa eso la han redactao unos periodistas muy majetes, yo ya os estoy contando esto y mi buen esfuerzo me está costando). Bien, no problema, mi recorrido de esa línea (que por cierto, es circular), va por el otro lado. Son 5 estaciones, en 15 minutos debería estar llegando a mi trabajo. Son las 10:15. A las 10:25 llega el tren (cuando menos trenes hay, a la hora del cierre nocturno, la frecuencia de paso es de 15 minutos... sin comentarios, gracias). Tardamos esos 15 minutos para recorrer dos estaciones. Y se para el señor conductor y nos dice que "por avería, el servicio va a estar interrumpido en más de una hora". Si nos cuenta un chiste, no nos hace tanta gracia... El motor encendido, las luces de la estación perfectamente, la avería real en la otra punta de la línea, y nos dice, el muy jachondo, después del día que lleva medio Madrid, que se le ha averiado el tren (vamos, que no se lo cree ni el Tato, que no se le ocurre meternos semejante trola, ni al que asó la manteca...). En ese momento empezamos a protestar (allí había gente que se había quedado atrapada antes en el tren del link de arriba), y se empiezan a bajar viajeros, porque el tío listo se ha atrevido a bajarse de la cabina. Llegan los viajeros a la altura de la cabina, le increpan, allí lo más bonito que le hemos dicho (y con justa razón, creo), ha sido "sinvergüenza", lo ponen a parir, vamos que por poquitas y si el hombre sale calentito y con moratones hasta en el carnet de identidad. Así que el "buen" hombre, al ver que la situación se caldeaba y que tenía mucho más que perder de lo que podía ganar, se mete en su cabina, inicia el toque de silbato, y cuando todos regresan al vagón, arranca el tren, milagrosamente arreglada la avería... No hemos tardado ni 5 minutos en recorrer las dos estaciones que faltaban para llegar a mi destino.

Esto de las "huelgas fantasmas", "averías simuladas", por mucho que ellos digan que no (incluso alguno ha llegado a hacer correr el rumor de que alguien se había tirado al metro y hasta los usuarios que habían pasado por la estación de los horrores donde se ha quedado encerrado medio Madrid lo aseguraban convencidísimos, y no dudo de la noticia que se ha filtrado después según la que sí que se ha tirado alguien en la línea 1 y a la 1 y media de la tarde... no antes...), a todos nos tienen ya mucho más que hartos.
En Madrid solemos ser solidarios y personalmente, intento comprender las razones que tiene un trabajador para ir a la huelga, pero... estos señores se han ganado a pulso el derecho a que les despreciemos hasta la saciedad. Hasta el punto de que a muchos de nosotros, nos daría hasta alegría oír hablar de medidas duras contra ellos. Estamos muy hartos de soportar las reivindicaciones de un sector de trabajadores y tener que aguantarlas, queramos o no, mientras que nos estamos viendo perjudicados (en nuestros puestos de trabajo, sobre todo, porque esto no es normal) y encima, para más INRI, tenemos que aguantar como mártires lo que estos señores quieran hacer con nosotros, que si bien para la empresa no somos más que números que pagan su billete y les engordan las arcas, para estos señores no somos más que armas arrojadizas que pueden usar a su antojo, para su conveniencia y sin tener nada de que preocuparse respecto a la nuestra. Estoy hasta el gorro de entender reinvindicaciones que todo el mundo lamenta mucho, que se supone que son por mi bien pero que no hacen más que joderme día tras día, semana tras semana y mes tras mes. Estoy harta de la pseudo-solidaridad políticamente y asquerosamente correcta que tiene que imperar por narices respecto a estos individuos. Estoy harta de pagar religiosamente un precio desmesurado por un servicio que se me presta tarde, mal y nunca, con profesionales que se ríen de mí un día sí y otro también, en condiciones de higiene y de salubridad infrahumanas (trenes sin aire acondicionado, con los extractores permanentemente estropeados, aglomeraciones desquicienates, sobrecarga en los trenes, muy superior a la permitida legalmente y que además de producir averías podría llegar a producir accidentes, etc., etc., etc...).

En fin... un calvario que tenemos que padecer cada día en esta ciudad si queremos poder vivir, pagar un piso...
Cada día estoy más convencida de que prefiero los atascos a este transporte público, que además de funcionar cada día peor, me humilla haciendome pagar la publicidad engañosa con que nos bombardean cada dos por tres (y todo con ese trabajo que cualquiera de estos días pierdo gracias a mis amigos los conductores. Espero que ese día me cedan todos parte de su sueldo y se solidaricen conmigo y aguanten estoicamente todas mis salidas de tono, todas mis burlas y toda jodienda que se le ocurra a mi cabreada cabecita). Aunque francamente, lo dudo.

Yo no sé si Metro de Madrid vuela o no vuela, lo que sé es que cada día, cuando tengo que ir a cualquier sitio, yo sí levito del cabreo.