01 mayo 2006

Respeto, Vírgenes y romerías.

Leo en la prensa que ayer se celebraba la romería de la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén). Se trata de la romería más antigua que se celebra en España (en un entorno incomparable) y se estima que acudieron alrededor de 600.000 peregrinos, 64 cofradías. La misa se celebra tradicionalmente al aire libre, lo cual por otra parte es lógico, en la ermita no debe caber ni la centésima parte de toda esa gente (o de tanto cristiano, como diríamos por Jaén). La leyenda en la que se basa la romería: la aparición de la Virgen, el que quiera saberla, que la busque, porque no es mi tema para hoy.

Lo cual ya deja claro que mis orígenes están en Jaén, tierra fronteriza por excelencia en España, la provincia con más castillos contabilizados en toda la península, y donde las tradiciones religiosas, la verdad, están muy arraigadas (y no sé si tendrá que ver algo con la Reconquista, en cuyo caso me da igual, no tengo intención ahora de hacer un estudio para comprobarlo y no lo decía por esa razón, sino porque son datos sobre Jaén, históricos, por cierto, que a mí siempre me han interesado mucho).

Como decía, llevo sangre jiennense (y mucha) y claro, a la fuerza ahorcan (a mí no tan a la fuerza) y yo también soy muy tradicional en según qué sentidos. Soy romera. Lo llevo en la sangre y en el corazón. Soy romera (no hipócrita, por si acaso...).

Mi pueblo se encuentra un poquito retirado de Andújar, aunque bueno, todo se acaba conociendo un poco, ¿no? pero coincido con Andújar en varias cosas: hay una romería, en Mayo (exactamente dentro de 14 días, el segundo domingo de mayo), y una Virgen a la que todos los chiclaneros (¿he dicho que mi pueblo se llama Chiclana de Segura?) tenemos mucha devoción (difícil decir lo que sentimos con palabras). Como en Andújar, hubo problemas durante la Guerra Civil. Por suerte, nosotros no perdimos la imagen (ese sería otro capítulo a contar, casi de primera mano, por cierto, y desgraciadamente, hay que saberlo, porque fue real). La talla de la Virgen de Nazaret data, según se cree, porque no tiene una fecha exacta, de alrededor del siglo XV (puede que sea de finales del gótico, y ya se sabe que en España el gótico se dilató mucho más que en el resto de Europa, o renacentista temprana, pero por ahí anda).

Yo conocí a la Virgen de la Cabeza hace ya unos 15 años, cuando fundamos la hermandad de la Virgen de Nazaret en Madrid. Casualmente la hermandad filial de la morenita en Madrid (y no me extenderé con este adjetivo, puesto que en Chiclana también hay quien llama a su Virgen "la morenita", por su color) se encuentra en la misma iglesia que nosotros, con una capilla de por medio. Si alguien decide enterarse de cuando celebran la "romería" en Madrid y planea pasarse, verá la cantidad ingente de personas que se concentran en la calle Arenal (Iglesia de San Ginés).
Esto son sólo datos de carácter orientativo, ya me meto en harina:

El caso es que, por primera vez desde que yo recuerde, la romería de la Virgen de la Cabeza ha aparecido en los medios de comunicación y al aparecer en cierto periódico, como es el 20 minutos, se han generado comentarios.
Y lo que quería yo reflexionar es por qué esa falta de respeto hacia las tradiciones religiosas. Por qué hay que ofender, faltar al respeto y hacer burla y mofa de la persona creyente, de quien tiene devoción por un santo, una Virgen o un Cristo de Semana Santa, por qué hay que tacharle de hipócrita sólo por la ilusión que tiene de ver salir su patrón, de llevarlo en romería o procesión. Por qué tenemos que reírnos de las creencias de los demás.

Yo soy creyente, y estoy un poco harta de aguantarme la mofa y la burla y poner buena cara porque "estamos en el siglo XXI y eso son memeces". ¿Por qué es una memez? A muchas personas les consuela la religión, les ayuda. Me contaban hace poco tiempo el caso de un señor muy mayor, nacido en Venta de los Santos (a 7 km de mi pueblo, Chiclana de Segura), que siempre vivió fuera de allí. Durante la Guerra Civil, el destino lo volvió a llevar por su tierra, y anduvo por Chiclana de Segura. Allí consiguió una estampa de la Virgen de Nazaret (de la imagen que se veneraba antiguamente y que hoy ya no existe) y se encomendó a ella. Sobrevivió a la guerra, aunque esto no es tan raro, en realidad, muchos sobrevivieron y gracias a ello estamos nosotros aquí. Muchos años después, enfermo de cáncer, en una clínica de Valencia, encontró casualmente a una chiclanera (de la forma típica: los chiclaneros, en cuanto llegan estas fechas, no paramos de anunciar a bombo y platillo que nos vamos a la Carrasca, que así es como se llama nuestra romería). Le enseñó un trocito de estampa, un trocito del manto de aquella Virgen, que era lo único que había conservado hasta entonces de la estampa que consiguió en la guerra. La había guardado con infinito mimo y devoción y había recurrido a ella durante su enfermedad. La estampa probablemente no le curó de nada (cada día tiendo más a pensar que los milagros los hacemos nosotros, con ayuda o sin ayuda), pero cuando aquella chiclanera le trajo una nueva estampa, de una imagen que él no había visto, además, su mejoría fue asombrosa. Quizá le curó más de lo que pensamos, pero no milagrosamente, sino sólo con el ánimo y el consuelo que aquella estampa le infundió.

Cuando uno tiene fe, cuando uno siente, cuando uno cree en algo, ese algo le da fuerzas para seguir día a día, luchando contra lo cotidiano y contra las desgracias, le da alegría para vivir, le da pasión, le da tranquilidad, le da consuelo en la tristeza...
Cuando llega el segundo domingo de Mayo y veo salir a la Virgen de Nazaret por la puerta, no puedo evitar llorar: llorar de emoción, llorar de alegría, llorar descargando toda la tensión que he acumulado en un año entero esperando para verla. Ese día, sólo ese día, me da fuerzas para todo el año, me da alegría, me renueva. Pero claro, esto sólo se entiende si se siente. Muchas veces, cuando he coincidido en la Carrasca con alguien cuya vivencia de ese día se limita a comer y a beber, me ha preguntado: pero bueno, qué es lo que tiene la Virgen pa que estés así? y yo sólo he podido contestarle: no te lo puedo explicar, eso no se explica con palabras. Se siente, o no se siente, y si tú no lo sientes, yo no te lo puedo explicar. Y es así, se siente o no se siente.

Y cuando uno no lo siente, es egoísta tildar de hipócrita a quien se pone con toda la ilusión del mundo a cantar los Mayos a la puerta de la Iglesia (tradición que se conserva en las Navas de San Juan, también de Jaén, por ejemplo), o a quien hace cientos de kilómetros para ver salir a su Virgen de Nazaret ese domingo de mayo, o a quien hace muchos kilómetros en peregrinaje para sacar a la calle a su Virgen del Rocío o de la Cabeza.

Cierto, hay mucha gente que lo aprovecha como un día para comer y beber. Y ahora me pregunto yo: ¿qué diferencia hay entre esas personas y las que se van a hacer botellón? A mí me parece absurdo, pero, ¿por qué criticar a todos por ellos? ¿por qué soy hipócrita yo, que voy de romería, mientras que lo único por lo que últimamente sabemos mover el culo es por el botellón?

Creo que estamos perdiendo el respeto, no por las tradiciones religiosas o por la Iglesia, ese lo perdimos hace tiempo, sino por el resto de personas que nos rodean. Vereis, en Chiclana, a pesar de ser un pueblo pequeñito, sólo tiene 1000 habitantes, hay gente católica, gente atea, protestantes, e incluso ahora, desde hace unos años, musulmanes. Los católicos vamos de romería, pero todavía no he oído quejarse a los ateos, protestantes y menos que a ninguno a los musulmanes, porque se haga una romería, o porque se hagan procesiones en Semana Santa, o porque se haga una cabalgata de Reyes: el que quiere va, y el que no quiere, no va, así de sencillo. Sin faltarle el respeto a nadie. ¿Por qué ellos, que lo viven de cerca sí lo pueden respetar y de hecho lo hacen y sin embargo mucha gente que ni siquiera lo conoce no puede hacerlo? ¿Tanto nos cuesta respetar al prójimo?

Claro, intentar conocerlo para respetarlo cuesta trabajo. Es más cómodo insultar y mofarse que conocer y mojarse.