03 octubre 2005

El hecho histórico más hermoso que hemos vivido en los últimos 200 años.

El eclipse anular de sol ha sido uno de los acontecimientos más emocionantes que he vivido exceptuando, claro está, algunas vivencias personales cuyo lugar no es éste y otras que sí están aquí relatadas.

El espectáculo de vivir cómo se va oscureciendo la tierra para que el sol tome todo el protagonismo que merece, aunque no sepamos dárselo por lo cotidiano de nuestra convivencia con el astro, es difícil de describir.

Resulta extraño saber que podemos quedarnos completamente a oscuras en un momento y lo que es aún más desconcertante, vivir cómo va sucendiendo. Y a la vez resulta extraordinariamente hermoso.

Como no existen palabras que puedan describir la belleza de un fenómeno que ha atraído a la Humanidad desde el principio de los tiempos, aun cuando fuera más temido que admirado, simplemente dejo el enlace a informativos Telecinco para poder revivir el espectáculo.

Aun así, intentaré guardar todos los documentos posibles y los postearé, para cuando desaparezca de la red, que no será a mucho tardar, supongo, por lo efímero de la información.

Se cierra una etapa y se abre otra

Hacía mucho que no escribía y no habrá sido por falta de noticias que comentar, sino por falta de tiempo y quizá falta de ganas de ponerme a pensar, redactar y escribir.

Pero pasa algo (algo personal), que debo, tengo la absoluta necesidad de contar. Lo he aplazado una semana (así esto de internet no es tan asquerosamente rápido y volvemos un poco a la época en la que en una punta de España se enteraban a la semana de lo que pasaba en la otra), por pereza, por pura y simple pereza, nada más y nada menos.

Y es que por fin he conseguido licenciarme. Tenía que saborear la noticia y la sensación de saber que ya no hay de qué preocuparse, en ese sentido, más allá de ir a solicitar mi título, "en papel bueno y firmado por el tito Juanca", como diría mi novio. La tan ansiada Licenciatura en Comunicación Audiovisual (ansiada por ansias de salir de ese antro al que llamo facultad), ya está en mis manos. Por fin puedo cerrar la etapa que tanto me ha costado pasar (más psicológicamente que por dificultad académica, todo sea dicho).

Echando la vista atrás se da uno cuenta de que a lo mejor no ha sido tan fiero el león como lo pintaba, o mejor dicho, era tan fiero como lo pintaba pero en la nube de lo que queda cerrado y al irle poniendo distancia, se ve de forma diferente. Lo he pasado mal, señores. Eso de que la universitaria es la mejor época en la vida de una persona es una gran mentira diseñada para empujarnos a meternos en la Universidad.

Sí ha sido la mejor época de mi vida en el sentido de que he conocido gente que merece estar en esa etapa, nada más, en ningún otro sentido ha sido la mejor. Así que creo que estoy disfrutando casi como nadie eso de haber salido de ahí y descubrir que tengo todos los trozos enteros. Eso sí, la mente está, en cierto modo, hecha un harapo. Ahora es el momento de ir remendándola y aprender de verdad. Y es que, señores, no es lo mismo estudiar que aprender. Si antes me he pasado seis años de mi vida estudiando, ahora se abre la puerta y deja entrever al menos otros tantos aprendiendo (en realidad serán muchos más, preveo).

Pese a lo mal que lo he pasado, aún agradezco al cielo, al destino, a la madre naturaleza o a quien proceda, el haber entrado en la Universidad, haber vivido las cosas que he vivido, porque nunca puede uno arrepentirse de lo que ha vivido, en caso contrario, vivir no tiene sentido. Y sobre todo de haber encontrado a la gente que me he encontrado por el camino. No toda ha sido buena ni los buenos podían ser todos, pero los buenos que se me han cruzado en el camino son suficientes para dar por buenos estos seis años. Igual que el último notable ha sido bastante para dar por buena la pesadilla de la semana anterior pensando que tenía que pasar aún otro año más para conseguirlo.

Así que esta tarde iré a solicitar mi "papel bueno firmado por el tito Juanca" y a partir de ese día, poco se me verá el pelo (por no decir nada) por ese lugar del que tantas veces desee salir.

Señores de la UCM: a partir de este momento no me busquen, no me ofrezcan nada, sobre todo no quieran venderme nada, yo no lo quiero. No cierro la puerta a volver a la universidad algún día. Les cierro la puerta a ustedes. Universidades hay muchas y mejores. Sobre todo, mejores.