30 abril 2007

Capítulo II: La Romería

Vengo a rematar lo que empecé hace un año: hoy tengo ya la información de primera mano para juzgar sobre lo que decía entonces.

La mantilla fue un gran preludio para un grandísimo fin de semana. Tengo que confesarlo: me han llegao, muchísimo más de lo que esperaba y de lo que estaba dispuesta a dejarme llenar cuando fui.
Ha sido un fin de semana intenso. Largo, en cierto modo, aunque en cierto modo, demasiado corto. Largo por el cansancio, pero corto por la cantidad de vivencias que me he traido. En cualquier caso ha sido un fin de semana tan intenso que no puedo narrar ni la mitad de lo que ha sido, porque no hay espacio para ello.
Decía el año pasado que yo soy romera, lo llevo en la sangre, me siento muy orgullosa de serlo y eso pesa a la hora de ir a una romería, sea ésta cual sea. Pero allí hay un algo... especial... que te hace sentirlo muy dentro, independientemente de lo que uno ya traiga de casa.

Planteaban ayer en un periódico de Jaén una cuestión que a mí me parece muy acertada: ¿por qué has venido, por devoción o por la juerga? En la romería de la Virgen de la Cabeza, como en todas, se dan las dos vertientes: hay un componente de devoción, de... ese algo que no se puede explicar si uno no lo siente, de magia, y otro componente de juerga.

Lógicamente, cuantas más personas se juntan, más estarán de juerga, es cuestión de números. Y en el cerro había una cantidad de gente brutal de juerga. Luego están los que han ido por devoción, aunque la devoción no quita las ganas de juergas y mucha gente sabe hacerlo compatible (otros no) y estar a lo que hay que estar en cada momento. Hay quien lo intenta hacer compatible y crea problemas porque el alcohol pasa factura y por mucha devoción que se tenga, la resaca es más fuerte... de todo tiene que haber en la viña del Señor, ¿no?

Pero por mucha gente que hubiera de juerga, puedo asegurar que había muchísima más allí por la sola razón de haber estado un año entero soñando con sacar a su Morenita. Me quedo con esa sensación del sueño cumplido, de haber regresado a casa (en este caso, los demás, que por mucho que me hayan podido, yo regreso a mi hogar dentro de 12 días), esa magia tan fuerte...

Ha sido increíble la sensación de estar en mi casa todo el fin de semana con mi Cofradía, la sensación de familia.

Para poner los pelos de punta cómo nos han tratado todas las demás cofradías y los andujareños: tanto en el desfile del viernes en Andújar (se hace un desfile de presentación de cofradías, que son muchísimas), como en la presentación a la Virgen (porque al fin y al cabo no hemos ido más que por ella), como en la procesión se han volcado con mi cofradía (supongo que con las demás también). Pone los pelos de punta ir desfilando y que a cada paso todo el mundo rompa en aplausos y vivas a la Cofradía de Madrid.

Ahora que lo he vivido de cerca, tengo que poner el colofón del post de hace un año y decir que todo lo que dije entonces es nada comparado con lo que en realidad es esa romería.

No hay comentarios: