05 julio 2005

La nueva era del mentidero

Estamos entrando en una nueva era del cotilleo. Del cotilleo, el rumor de comadres, los chismes de vecinas o los mentideros. Con la diferencia de que los mentideros, en el siglo XVII servían para extender noticias importantes en forma de rumores y ahora los usamos para extender rumores absurdos en forma de noticias.
Y como ya no tenemos bastante con los famosillos de medio pelo, los talk shows especialmente concebidos para contar las intimidades y los cuchicheos de propios y extraños (desde Patricia hasta la salsa más rosa que jamás haya impregnado langostino alguno), se apuntan periódicos y noticiarios a la moda que más vende, la que da más audiencia, la que proporciona más protagonismo: el cotilleo, puro y duro.
¡Están de enhorabuena, señores! Ya pueden saltar de sus asientos, ya pueden sacar esa botella de sidra, de cava o de champagne francés (que no pocos harán palmas con las orejas en sus chaletes de la moraleja) y brindar, porque a partir de casi casi ya podrán acusar a la vecina de acostarse con el butanero, al butanero de no cobrarle a la panadera, a la panadera de enharinar al pescadero y al pescadero de mirar con ojillos tiernos la imagen de la presentadora del telediario de turno. Y además se les tendrá en cuenta. Serán los protagonistas, los investigadores del hecho, serán parte del engranaje. Los convertirán, ipso facto y con todos los honores, en los nuevos periodistas llamados a salvar a este país (y a todos sus vecinos de aquí a saturno).
Antes (no muy antiguamente, porque la fecha de mil setecientos y pico no puede hacer que este oficio se considere viejo), el periodismo de investigación estaba revestido de un aura que hacía que todos los aspirantes a periodistas (o pseudoperiodistas) soñaramos con investigaciones, premios pulitzer, watergates y con que se nos reconociera el haber descubierto y sacado a la luz algo tan importante para la opinión pública como para la humanidad. Y sin embargo hoy, así como quien no quiere la cosa, la investigación más seria que podemos encontrar así, a bote pronto y en el día a día es si Scassi le ha puesto los cuernos a la Dibildos. Y no es que sea una degradación de los profesionales, que los hay de lujo, la degradación viene de nosotros mimos. Que hoy cualquiera puede decir que ha pillao a Lequio en un hotel beneficiándose a cualquier famosilla de medio pelo y en ese momento casi que le entregan el Pulitzer.
En fin, señores. Les dejo el artículo linkado, para que, a la luz de lo que cuenta y a la luz de lo que vemos y leemos cada día, juzguen ustedes mismos.
Y no olviden la cámara en casa, una grabadora (o un mp3, que ahora está más de moda) y un cuadernito para que no se les pase ningún detalle. Nunca se sabe lo que uno puede encontrarse en el portal de la vecina...

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